
Ángel Martín Pendás, catedrático de Química Física en la Universidad de Oviedo.
La promoción del acceso abierto a las publicaciones científicas sufragadas por fondos públicos es uno de los aspectos que suscita mayor interés y controversia en las conversaciones informales entre investigadores, particularmente en países con baja inversión en I+d+i como España.
Por un lado, es necesario acabar con el exagerado negocio de las Editoriales Científicas, que se benefician triplemente de los fondos públicos: un investigador tipo pelea en convocatorias competitivas por obtener fondos para su trabajo, realiza desinteresadamente la revisión por pares de los trabajos de sus colegas y, finalmente ha de pagar nuevamente (a través de las suscripciones de su institución, que son obtenidas nuevamente con dinero público) para acceder a dicho trabajo. Desde hace tiempo, además, el investigador prácticamente maqueta el trabajo hasta su estado final. Todo ello conduce a que la sección de publicaciones científicas de gigantes como Elsevier, entre otros, consigan márgenes de beneficio superiores al 35%, más grandes que los de Apple, Google o Amazon.
Los gobiernos tratan de revertir esta situación mediante la imposición de la publicación en abierto de los resultados de Investigación financiados por las Administraciones Públicas, o mediante el Plan S de la Unión Europea. Los proyectos financiados por esta última contienen un capítulo de gastos dedicados a la publicación en abierto, pero eso no es así en los exiguos montantes de los proyectos financiados por gobiernos como el de España. El investigador se encuentra así ante una encrucijada: si desea publicar en abierto, como sería probablemente su deseo, no tiene fondos para realizar su trabajo real. Si gasta sus fondos en realizar su trabajo, no puede publicar en abierto.
Esperemos que las aguas de este río turbulento sedimenten pronto.
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